lunes, 6 de julio de 2009

Seguridad en la inseguridad

Si eres un redimido por la sangre de Jesucristo, Dios quiere que tengas la seguridad de que vas a heredar la gloria de Dios. Cuando mueras irás al cielo, no al infierno. Formarás parte del reino futuro de Dios y vivirás por siempre en los cielos nuevos y la tierra nueva con un gozo continuo en lugar de aflicción. La Biblia te dice: «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5.1-5).
Tienes más de un enemigo contra tu seguridad en Cristo. Uno es el temor de que seas hipócrita. Pudieras ser un cristiano falso, aunque seas religioso y pertenezcas a una iglesia. El Señor enseña que la aflicción es el gran terreno de prueba de Dios donde se demuestra si tu fe es genuina. Y Dios, por su gracia, te lleva a través de las pruebas de manera que tu fe será vista como genuina y tendrás esperanza porque no eres un hipócrita.
Sin embargo, ¿qué sucedería si en lo que crees es falso? No solo tu fe, sino en lo que pones tu fe. ¿Y si logras pasar por medio de las tribulaciones con una fe probada y al final esa esperanza demuestra que está edificada sobre la arena? Creías que Dios te amaba, pero descubres que no era así, puede que él ni siquiera exista. Este también es un gran obstáculo para tu seguridad.
Pero tu esperanza, enraizada en la autenticidad de una fe probada, no te desilusionará. Y lo sabes porque el Espíritu Santo ha venido a tu vida y ha derramado el amor de Dios de manera que lo puedes sentir en tu corazón. Esto no es un argumento, es sobre todo la experiencia personal del amor de Dios inundando el corazón con una sensación inmediata de la realidad de Dios y su amor.¿Puedes ver cuan grande y maravilloso es esto? Pidamos al Padre que haya un gran movimiento del Espíritu en nosotros y entre nosotros para darnos no solo la certeza de que nuestra fe es genuina, sino de que está bien establecida en el amor de Dios por nosotros.
Y cuando vengan las aflicciones no las tengas como algo extraño, ellas vendrán. Al contrario, regocíjate y gloríate en el amor de Dios que las usa para forjar tu fe y confirmar en tu corazón que realmente eres hijo o hija de Dios por la fe.

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