domingo, 26 de abril de 2009

MENSAJES BELLOS PARA TÍ, les aseguró que será de bendición para tú vida.

Los Tres Tipos de Hombres, por Reimar A.C. Schultze

"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (I Cor. 2:14). "En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie" (I Cor. 2:15). "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo" (I Cor. 3:1).

En este pasaje Pable divide al hombre en tres categorías. Estas categorías definen la forma en que todo hombre será juzgado. No importa la organización religiosa, o Bautista o Adventista nuestro destino eterno depende de la categoría en la cual nos encontramos. Examinemos en más detalle las tres categorías: el hombre natural, el hombre carnal, y el hombre espiritual.

El Hombre Natural
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."

El hombre natural vive de acuerdo con lo natural. Su intelecto y sus emociones lo gobiernan. Nunca ha nacido de nuevo – es inconverso. El hombre natural no está despierto a las cosas espirituales. No puede entender lo espiritual porque no es racional. La palabra de Dios, sus promesas, su gracia y la fe son cosas incomprensibles para el hombre natural. El mundo del hombre natural es limitado por su entendimiento finito y sus sentimientos. El hombre natural no puede entrar en el reino de Dios porque en el no hay lugar para lo racional. Jesús dijo, "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3).

El Hombre Carnal
"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo." Por todo el Nuevo Testamento hay ejemplos de la diferencia entre el hombre carnal y el hombre espiritual. Estos dos tipos de hombres son extremamente diferente pero tiene una cosa en común. Los dos son nacidos del Espíritu. La frase "cristiano carnal" fue usada por primera vez en I Corintios 3:1 cuando Pablo habla a los cristianos en Corinto. Pablo les dijo, "...no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo."

Lo primero que aprendemos de este pasaje es que el cristiano carnal es como niño. El cristiano carnal es uno que ha nacido de Dios pero vive fuera del reino de Dios. No crece espiritualmente, no madura y no se puede cuidar. El problema es que el cristiano carnal debe de haber ya pasado por esta etapa de su vida espiritual. Es como un niño de la edad de diez años que todavía no puede escribir ni leer. Debemos preocuparnos por los niños cristianos que todavía son carnales.
Cuando nacemos, todos somos carnales y cuando nacemos de nuevo esta carnalidad persiste. El problema con los cristianos corintios fue que despues do varios años todavía eran carnales. Pablo expresó esto cuando dijo "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:19-21).

De manera que la carnalidad del hombre no es removida por medio de la conversión, debe ser removida por medio de la obra de santificación. Por esto Pablo dice, "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación" (I Tesa 4:3). A pesar de todas las frutas del espíritu que poseían, los cristianos corintios no habían sido santificados. La causa de todos lo problemas en la iglesia corintia fue la carnalidad.

Libertad de la carnalidad viene solo por medio de la cruz. La experiencia de la conversión ocurre en un instante, pero la santificación es un proceso continuo. Debemos procurar ser obedientes y negarnos a nosotros mismos diariamente para ser seguidores verdaderos de Jesús.

El Hombre Espiritual
"En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie."
El hombre espiritual crucifica continuamente los deseos de la carne. La carnalidad nunca perseguirá a Jesús, pero cuando negamos a nuestros deseos carnales llegamos a la mente de Cristo.

Las características dominantes del hombre espiritual son 1) el entendimiento de los deseos de Cristo, 2) las frutas del Espíritu y 3) la dirección del Espíritu.

Los Deseos de Cristo. El cristiano carnal pone su enfoque en la experiencia de su conversión, pero el cristiano espiritual es consumido por Cristo mismo. El hombre espiritual ha sido transformado y piensa como Cristo piensa. Actúa y reacciona de una forma agradable al Señor. Todo lo que hace es precedido por sus deseo de agradar a Cristo.
Los Frutos del Espíritu. "Mas el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza" (Gal 5:22). Es importante distinguir entre los frutos del Espíritu y las obras del Espíritu. Las obras del Espíritu son para la edificación de la iglesia, pero los frutos del Espíritu son el resultado de la morada del Espíritu dentro de nosotros.
La Dirección del Espíritu. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios" (Rom 8:14). El hombre espiritual es dirigido por el Espíritu. El aprender a seguir al Espíritu es un proceso también. Mientras aprendemos a seguir a Jesús, aprendemos también a sentir la dirección del Espíritu. Jesús dijo, "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Juan 10:27). Para seguir necesitamos escuchar y no podemos escuchar si no hemos crucificado a nuestra vida carnal.
¿Qué tipo de hombre eres tu? ¿El carnal? ¿El natural o el espiritual? ¿En cual categoría te presentarás ante el trono de Dios?

PERDONAR: el mejor camino para llegar a la sanación

Perdonar es el camino de la sanación... es el dejar marchar la dureza que se tenía hacia una persona; soltando todas esas cosas que abrigábamos contra esa persona y soltándola de ese vínculo... perdonar es un proceso que dura toda la vida y se va recibiendo la gracia en cada momento."
"La sanación interior total solo puede ocurrir, cuando perdonamos a aquellos que nos han herido, cuando le entregamos por completo al Señor nuestras heridas del pasado. Sea cual sea la experiencia que has tenido, las heridas que hayas sufrido, Jesús quiere curarlas y sanar tu corazón roto. (Ver el Salmo 147:3) Quiere llenar el vacío que hay en tu vida con Su amor. Quiere liberarte de todo cautiverio para que puedas sentirte realizado (a). Después que le hayas pedido a Dios que te libere, después que le hayas orado para que rompa todas las cadenas que te han atado, después que Él haya limpiado todas tus heridas de las cosas que las infectaban, después que hayas perdonado a todos los que te hirieron; estarás listo (a) para pedirle a Jesús que sane tus recuerdos dolorosos. ¡Y la noticia maravillosa, gloriosa, es que Él sanará todas tus heridas!"

SEIS PASOS PARA TRIUNFAR EN ESTA SEMANA

1. Conoce a Dios. No un conocimiento histórico, sino personal. Conoce Sus caminos, Su voluntad y Su poder.

2. Conócete a ti mismo. Tienes un origen sobrenatural con un propósito específico en la vida y un destino eterno. Aprende lo que Dios piensa y dice de ti.

3. Mira con quién te juntas. Rodéate de personas de fe. "Quien con sabios anda, a pensar aprende; quien con tontos se junta, acaba en la ruina." Proverbios 13.20 (Biblia Lenguaje Sencillo). Elije muy bien tus amistades.

4. Aprende a perdonar. "Cuando oren, perdonen todo lo malo que otra persona les haya hecho. Así, Dios, su Padre que está en el cielo, les perdonará a ustedes todos sus pecados." Marcos 11: 25-26 (BLS)

5. NUNCA te rindas. Lo que no has logrado todavía es porque no lo has intentado. Aprende de tus fracasos. Si has fallado significa que no funciona de esa manera y debes intentarlo de otra forma.

6. Cuida tu grandeza. Somos herederos en el reino de Dios. Las gallinas caminan con la cabeza hacia abajo, pero la Biblia habla de nosotros como águilas que remontan vuelo en las alturas: "pero los que confían en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán". Isaías 40:31 (NVI)

lunes, 20 de abril de 2009

UN EJEMPLO PARA SEGUIR

Nick un ejemplo de superación a pesar de las circunstancias adversas. ¿Qué haces tú con tu vida?


viernes, 17 de abril de 2009

¿Quién es el EL ESPIRÍTU SANTO?

Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo, como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Puesto en una manera sencilla – la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios. La Biblia también nos dice que el Espíritu Santo es una Persona, un Ser con una mente, emociones, y una voluntad.

El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, es visto claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él “no había mentido a los hombres sino a Dios”. Es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque El posee los atributos o características de Dios. Por ejemplo, el hecho de que el Espíritu Santo es omnipresente, lo vemos en Salmos 139:7-8 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”. Luego, en 1ª Corintios 2:10 vemos la característica de la omnisciencia del Espíritu Santo. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios”. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”

Podemos conocer que el Espíritu Santo es en verdad una Persona, porque El posee una mente, emociones y una voluntad. El Espíritu Santo piensa y sabe (1ª Corintios 2:10). El Espíritu Santo puede ser afligido (Efesios 4:30) El Espíritu intercede por nosotros (Romanos 8:26-27). El Espíritu Santo hace decisiones de acuerdo con Su voluntad (1ª Corintios 12:7-11). El Espíritu Santo es Dios, la tercera “Persona” de la Trinidad. Como Dios, el Espíritu Santo puede funcionar verdaderamente como el Consejero y Consolador, como Jesús prometió sería (Juan 14:16, 26; 15:26).

¿Puede el hombre vivir sin Dios?

Contrario a lo que han afirmado los ateos, estetas, y epicúreos a través de los siglos, el hombre no puede vivir sin Dios. El hombre puede tener una existencia mortal sin reconocer a Dios, pero no sin Dios. 

Como el Creador, Dios originó la vida humana. Decir que el hombre existe independientemente de Dios, es como decir que un reloj puede existir sin un relojero que lo fabricara, o que un escrito pueda existir sin un escritor. Debemos nuestra existencia al Dios a cuya imagen fuimos hechos. (Génesis 1:27). Nuestra existencia depende de Dios, ya sea que reconozcamos Su existencia o no. 

Como el Sustentador, Dios continuamente confiere vida (Salmo 104:10-32). Él es la Vida (Juan 14:6), y toda la creación subsiste por el poder de Cristo (Colosenses 1:17) Aún aquellos que rechazan a Dios, reciben su sustento de Él: “… que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5:45) Pensar que el hombre pueda vivir sin Dios es suponer que un girasol pueda vivir sin luz o una rosa sin agua.

Como el Salvador, Dios da vida eterna a aquellos que creen. En Cristo hay vida, quien es la luz de los hombres (Juan 1:4). Jesús vino para que pudiéramos tener vida “en abundancia” (Juan 10:10). A todos los que ponen su confianza en Él, se les ha prometido vivir una eternidad con Él (Juan 3:15-16). Para que el hombre viva – realmente viva – debe conocer a Cristo (Juan 17:3)

Sin Dios, el hombre solo tiene una vida física. Dios les advirtió a Adán y Eva, que el día que ellos lo rechazaran, “ciertamente” morirían (Génesis 2:17). Como sabemos, ellos sí desobedecieron, pero no murieron físicamente ese día; sino que murieron espiritualmente. Algo dentro de ellos murió, - la vida espiritual que habían conocido, la comunión con Dios, la libertad de gozar de Su presencia, la inocencia y pureza de sus almas—todo se acabó. 

Adán, quien había sido creado para vivir en compañerismo con Dios, fue maldito con una existencia completamente carnal. Lo que Dios había planeado que fuera del polvo a la gloria, ahora debía ir del polvo al polvo. Al igual que Adán, en la actualidad, el hombre sin Dios, aún funciona en una existencia terrenal. Como tal, aún puede parecer feliz; después de todo, hay goce y placer en esta vida. 

Hay algunos que rechazan a Dios cuyas vidas están llenas de alegría y diversión. Su búsqueda carnal parece haber producido una existencia gratificante. La Biblia dice que hay cierta medida de deleite que se obtiene del pecado (Hebreos 11:26). El problema es, que éste es temporal; la vida en este mundo es corta (Salmo 90:3-12). Tarde o temprano, el hedonista, como en la parábola del hijo pródigo, encuentra que el placer mundano es insostenible (Lucas 15:13-15).

Sin embargo, no todo el que rechaza a Dios es un libertino. Hay mucha gente no salva, que aún así viven vidas sobrias y disciplinadas—vidas plenas y felices. La Biblia presenta ciertos principios morales, que benefician a todos en este mundo –fidelidad, honestidad, autocontrol, etc. Proverbios 22:3 es un ejemplo de tal verdad general. Pero, de nuevo, el problema es que, sin Dios, el hombre solo tiene este mundo. Pasar por esta vida tranquilamente no es garantía de que estemos listos para la vida después de ésta. Ver la parábola del agricultor rico en Lucas 12:16-21, y el encuentro de Jesús con el joven rico en Mateo 19:16-23.

Sin Dios, el hombre está incompleto, aún en su vida mortal. Thomas Merton remarcó que el hombre no está en paz con sus semejantes, porque no está en paz consigo mismo, y que él está inquieto consigo mismo, porque no tiene paz con Dios.

La búsqueda del placer por el placer mismo, es señal de confusión interior, sin embargo, ésta es la fachada epicúrea de felicidad. Los buscadores de placeres a través de la historia, han encontrado una y otra vez que las diversiones temporales de la vida dan paso a una desesperación más profunda. Es difícil sacudirse la fastidiosa sensación de que “algo está mal.” El rey Salomón se entregó a la búsqueda de todo lo que este mundo tiene que ofrecer, y escribió sus resultados en el libro de Eclesiastés. 

Salomón descubrió que el conocimiento, por sí mismo, es vano (Eclesiastés 1:12-18). Encontró que el placer y la riqueza son vanas (2:1-11), el materialismo es vanidad (2:12-23), y las riquezas son efímeras (capítulo 6).

Salomón concluyó que la vida es regalo de Dios (3:12.13) y que la única manera sabia de vivir es temiendo a Dios: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda Sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” (12:13-14)

En otras palabras, hay más por qué vivir que la dimensión física. Jesús enfatizó este punto cuando dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4). No es el pan (material) sino la Palabra (el espiritual) lo que nos mantiene vivos. Blaise Pascal lo puso de esta manera: “Es en vano, oh hombres, que busquen dentro de ustedes mismos la cura para todas sus miserias.” El hombre solo puede encontrar vida y plenitud cuando reconoce a Dios.

Sin Dios, el destino del hombre es la muerte. El hombre sin Dios está espiritualmente muerto; cuando su vida física se acabe, él enfrentará una muerte continua—la eterna separación de Dios. En la narración de Jesús sobre el hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), el hombre rico vive una vida suntuosa de comodidades sin pensar en Dios, mientras que Lázaro sufre a través de toda su vida, pero conoce a Dios. Es después de la muerte, que ambos hombres comprenden la gravedad de las decisiones que tomaron en vida. El hombre rico “alzó sus ojos, estando en tormentos” (16:23) en el infierno. Él se dio cuenta, demasiado tarde, de que hay más en la vida que la satisfacción de los ojos. Mientras tanto, Lázaro era confortado en el paraíso. Para ambos hombres, la corta duración de su existencia terrenal palideció en comparación con el estado eterno de sus almas. 

El hombre es una creación única. Dios ha puesto el sentido de la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11), y ese sentido del destino eterno solo puede encontrar su realización en Dios Mismo.

¿Cuál es la diferencia entre el alma y el espíritu del hombre?

¿Cuál es la diferencia entre el espíritu y el alma? La palabra “espíritu”, se refiere solo a la parte inmaterial del hombre. La raza humana tiene un espíritu, pero nosotros no somos un espíritu. Sin embargo, en la Escritura, solo los creyentes, aquellos en quienes habita el Espíritu Santo, se dice que están “espiritualmente vivos” (1 Corintios 2:11; Hebreos 4:12; Santiago 2:26), así como los no creyentes están “espiritualmente muertos” (Efesios 2:1-5; Colosenses 2:13). En los escritos de Pablo, el “espíritu” era el eje de la vida espiritual de un creyente (1 Corintios 2:14; 3:1; 15:45; Efesios 1:3; 5:19; Colosenses 1:9; 3:16). El espíritu es el elemento que le da al hombre la habilidad para tener una relación íntima con Dios. Siempre que se usa la palabra “espíritu”, se refiere a la parte inmaterial del hombre, incluyendo su alma.

La palabra “alma” se refiere no solamente a la parte inmaterial del hombre, sino también a la parte material. Más que el hombre tenga un “espíritu”, el hombre es un alma. En su significado más básico, la palabra “alma” significa “vida”. Sin embargo, la Biblia va más allá de la “vida” y se adentra en muchas áreas. Una de esas áreas es el deseo del hombre por pecar (Lucas 12:26). El hombre es malo por naturaleza y por consecuencia, su alma está corrompida. El principio de la vida es quitado al momento de la muerte física (Génesis 35:18; Jeremías 15:2). El “alma” como el “espíritu” es el centro de muchas experiencias espirituales y emocionales (Job 30:25; Salmo 43:5; Jeremías 13:17). Siempre que la palabra “alma” es usada, puede referirse toda la persona, viva o después de muerta.

El “alma” y el “espíritu” son similares en la manera en la cual son usadas en la vida espiritual del creyente. Son diferentes en sus referencias. El “alma” es la visión horizontal del hombre con el mundo. El “espíritu” es la visión vertical del hombre con Dios. Es importante entender que ambos se refieren a la parte inmaterial del hombre, pero solo el “espíritu” se refiere al caminar del hombre con Dios. El “alma” se refiere al caminar del hombre en el mundo, ambos material e inmaterial.

¿Es el hablar en lenguas la evidencia de tener al Espíritu Santo?

Hay tres ocasiones en el libro de Los Hechos, donde el hablar en lenguas sucede cuando se recibe al Espíritu Santo (Hechos 2:4; 10:44-46; 19:6). Sin embargo, estas tres ocasiones son las únicas veces en la Biblia, donde el hablar en lenguas es una evidencia del recibir al Espíritu Santo. A través del libro de Hechos, miles de personas creen en Jesús y no se dice nada acerca de que hayan hablado en lenguas (Hechos 2:41; 8:5-25; 16:31-34; 21:20). En ninguna parte del Nuevo Testamento se enseña, que hablar en lenguas es la única evidencia de que la persona haya recibido al Espíritu Santo. De hecho, el Nuevo Testamento enseña lo opuesto. Se nos dice que cada creyente en Cristo tiene al Espíritu Santo (Romanos 8:9: 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14), pero no todos los creyentes hablaron en lenguas (1 Corintios 12:29-31).

Así que, ¿por qué era el hablar en lenguas, la evidencia del Espíritu Santo en esos tres pasajes del libro de Los Hechos? Hechos capítulo 2 registra que los apóstoles fueron bautizados en el Espíritu Santo y capacitados por Él para proclamar el Evangelio. Los apóstoles fueron habilitados para hablar en otros idiomas (lenguas), a fin de poder compartir la verdad con la gente en sus propios idiomas. Hechos capítulo 10 relata al apóstol Pedro siendo enviado a compartir el Evangelio con gente no judía. Pedro y los otros primeros cristianos, siendo judíos, debieron haber pasado un tiempo difícil aceptando a los gentiles (gente no judía) dentro de la iglesia. Dios capacitó a los gentiles para hablar en lenguas, para demostrar, que ellos habían recibido el mismo Espíritu Santo que habían recibido los apóstoles (Hechos 10:47; 11:17).

Hechos 10:44-47 describe esto, “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro; ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” Tiempo después, Pedro señala esta ocasión como prueba de que Dios realmente estaba salvando a los gentiles (Hechos 15:7-11).

En ninguna parte el hablar en lenguas es presentado como algo que todos los cristianos deban esperar cuando reciben a Jesucristo como su Salvador, y por lo tanto son bautizados en el Espíritu Santo. De hecho, de todas las conversiones relatadas en el Nuevo Testamento, solo dos registran el hablar en lenguas en ese contexto. Las lenguas fue un don milagroso que tuvo un propósito específico para un tiempo específico. No fueron, ni nunca lo han sido, la evidencia de la recepción del Espíritu Santo.

¿Dejará alguna vez el Espíritu Santo a un creyente?

Simplemente no, el Espíritu Santo jamás abandonará a un creyente. Esta verdad es revelada en muchos diferentes pasajes en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Romanos 8:9 nos dice, “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” Este verso es muy claro en que si alguien no tiene la presencia del Espíritu Santo morando en él, no es salvo; por lo tanto, si el Espíritu Santo fuera a abandonar a un creyente, éste habría perdido su relación con Cristo, así como su salvación. Sin embargo, esto es totalmente contrario a los que enseña la Biblia acerca de la “seguridad eterna” de los cristianos. Otro verso que habla claramente de la permanente presencia del Espíritu Santo morando en la vida de los creyentes es Juan 14:16. Aquí Jesús dice que el Padre dará otro Consolador “para que esté con vosotros para siempre.” 

El hecho de que el Espíritu Santo nunca abandonará a un creyente es visto también en Efesios 1:13-14 donde se dice a los creyentes que fueron “sellados” con el Espíritu Santo, “que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” La ilustración de ser sellados con el Espíritu, es una que indica propiedad y posesión. Dios ha prometido vida eterna a todos los que crean en Cristo, y como una garantía de que Él mantendrá Su promesa, ha enviado al Espíritu Santo a morar en el creyente hasta el día de la redención. De manera similar al pago de un enganche para adquirir un carro o una casa, Dios ha provisto a todos los creyentes con un “enganche” de su futura relación con Él, al enviar al Espíritu Santo para que more en ellos. El hecho de que todos los creyentes son sellados con el Espíritu, también es visto en 2 Corintios 1:22 y Efesios 4:30.

Antes de la muerte, resurrección y ascensión al Cielo de Jesucristo, el Espíritu Santo tenía una relación de “entrada y salida” con la gente. El Espíritu Santo moraba en el rey Saúl, pero luego se apartó de él (1 Samuel 16:14). En su lugar, el Espíritu estuvo con David (1 Samuel 16:13). Después de su adulterio con Betsabé, David temía que el Espíritu Santo se apartara de él (Salmo 51:11). Bazaleel fue lleno del Espíritu Santo para capacitarlo en la elaboración los utensilios necesarios para el tabernáculo (Éxodo 31:2-5), pero esto no es descrito como una relación permanente. Todo esto cambió después de la ascensión de Jesús al Cielo. Iniciando en el día de Pentecostés (Hechos capítulo 2), el Espíritu Santo comenzó a morar permanentemente en los creyentes. La morada permanente del Espíritu Santo es el cumplimiento de la promesa de Dios, de que siempre estaría con nosotros, y jamás nos abandonaría. 

Mientras que el Espíritu Santo nunca dejará a un creyente, es posible que nuestro pecado “apague al Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 5:19) o “contriste al Espíritu Santo” (Efesios 4:30). El pecado siempre tiene consecuencias en nuestra relación con Dios. Mientras que nuestra relación con Dios es segura en Cristo, los pecados no confesados en nuestras vidas, pueden obstruir nuestra comunión con Dios y efectivamente apagar la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Es por lo que resulta tan importante confesar nuestros pecados, ya que Dios es “fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9). Así que, mientras que el Espíritu Santo jamás nos dejará, los beneficios y el gozo de Su presencia si pueden apartarse de nosotros.

¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas en la actualidad?

De todos los dones dados por Dios a la humanidad, no hay uno más grande que la presencia del Espíritu Santo. El Espíritu tiene muchas funciones y actividades. Primero, Él trabaja en el corazón de toda la gente, en todas partes. Jesús les dijo a sus discípulos que Él enviaría al Espíritu al mundo para “convencer al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio” (Juan 16:7-11). Todos tienen una “conciencia de Dios,” ya sea que lo admitan o no, porque el Espíritu aplica las verdades de Dios en la propia mente del hombre, para convencerlos por medio de justos y suficientes argumentos de que son pecadores. La respuesta a esa convicción, lleva al hombre a la salvación. 

Una vez que somos salvados y pertenecemos a Dios, el Espíritu hace su morada en nuestros corazones para siempre, sellándonos con la confirmación, certificación y seguridad de la promesa de nuestro estado eterno como Sus hijos. Jesús dijo que Él nos enviaría al Espíritu para que fuera nuestro Ayudador, Consolador y Guía. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.” (Juan 14:16). La palabra griega traducida como su “Consolador” significa alguien que es llamado “al lado de” y tiene la idea de alguien que anima y exhorta. “Que esté” tiene que ver con Su residencia permanente en los corazones de los creyentes (romanos 8:9; 1 Corintios 6:19, 20; 12:13). Jesús envió al Espíritu como una “compensación” por Su ausencia, para llevar a cabo las funciones que Él hubiera hecho en nosotros si hubiera permanecido físicamente entre nosotros. 

Entre esas funciones está la de revelar la verdad. La presencia del Espíritu dentro de nosotros nos permite comprender e interpretar la Palabra. Jesús les dijo a Sus discípulos “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;...” (Juan 16:13). Él revela a nuestras mentes todo el consejo de Dios, como lo relacionado con la adoración, la doctrina y la vida cristiana. Él es el la guía fundamental, que va delante de nosotros, mostrando el camino, removiendo obstáculos, abriendo el entendimiento y haciendo todas las cosas claras y evidentes. Él nos conduce por el camino que debemos andar en todas las cosas espirituales. Sin tal guía, estaríamos expuestos a caer en el error. Una parte crucial de la Verdad que Él revela, es que Jesús es quién Él dijo Ser (Juan 15:26; 1 Corintios 12:3). El Espíritu nos convence de la deidad y procedencia de Cristo, Su encarnación, Su identidad como el Mesías, Sus sufrimientos y muerte, Su resurrección y ascensión, Su exaltación a la diestra de Dios, y Su función como Juez de todo. Él da gloria a Cristo en todas las cosas (Juan 16:14)

Otra de Sus funciones es la de conceder dones. 1 Corintios 12 describe los dones espirituales otorgados a los creyentes para que podamos funcionar como el cuerpo de Cristo en el mundo. Todos estos dones, tanto grande somos pequeños, son dados por el Espíritu para que podamos ser Sus embajadores en el mundo, mostrando Su gracia y glorificándolo.

El Espíritu también funciona como productor del fruto en nuestras vidas. Cuando Él habita en nosotros, Él comienza a trabajar para cosechar Su fruto en nuestras vidas – amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23) Estas no son las obras de nuestra carne, la cual es incapaz de producir tal fruto, sino que es el producto de la presencia del Espíritu en nuestras vidas. 

El conocimiento de que el Espíritu Santo de Dios ha hecho su residencia en nuestras vidas, que Él produce todas estas funciones milagrosas, que Él mora con nosotros para siempre y nunca nos dejará o desamparará, es causa de gran gozo y consuelo. ¡Gracias a Dios por este precioso Don – el Espíritu Santo y Su obra en nuestras vidas!

¿Qué significa contristar / apagar al Espíritu Santo?

Cuando la palabra “apagar” es usada en la Escritura, está hablando de reprimir el fuego. Cuando los creyentes se ponen el escudo de la fe, como parte de la armadura de Dios (Efesios 6:16), ellos están reprimiendo el poder de los dardos de fuego de Satanás. Cristo describe el infierno como un lugar donde el fuego nunca se “apaga” (Mr. 9:44, 46, 48) . De la misma manera, el Espíritu Santo es un fuego que mora en cada creyente. El quiere expresarse a Sí mismo en nuestras acciones y actitudes. Cuando los creyentes no permiten que el Espíritu sea visto en sus acciones, cuando hacemos lo que sabemos que está mal, entonces reprimimos o “apagamos” al Espíritu. No permitimos que el Espíritu se revele a Sí mismo de la manera que Él lo desea. 

Para comprender lo que significa “contristar” al Espíritu, debemos entender primeramente que este es una característica de la personalidad. Solo una persona puede ser “contristada”; por lo tanto, el Espíritu debe ser una persona para poder tener esta emoción. Una vez que comprendemos este aspecto, podemos entender mejor cómo Él es “contristado,” especialmente porque nosotros también somos contristados. Efesios 4:30 nos dice que no debemos “contristar” al Espíritu. Basémonos en el pasaje para entender lo que Pablo quiere decirnos. Podemos “contristar” al Espíritu al vivir como paganos (4:17-19), al no oponer resistencia a nuestra naturaleza de pecado (4:22-24), al mentir (4:25), al airarnos (4:26-27), al robar (4:28), al maldecir (4:29), al amargarnos (4:31), al no perdonar (4:32), al cometer inmoralidad sexual (5:3-5). “Contristar” al Espíritu es actuar de manera pecaminosa, ya sea de pensamiento y hechos, o solamente de pensamiento.

“Apagar” y “contristar” al Espíritu son ambos similares en sus efectos; ambos impiden un estilo de vida piadoso. Ambos suceden cuando un creyente peca contra Dios y sigue sus propios deseos mundanos. El único camino correcto por seguir, es el camino que lleva a un creyente más cerca de Dios y la pureza, y más lejos del mundo y el pecado. Así como a nosotros no nos gusta ser contristados, y así como tampoco buscamos reprimir lo que es bueno – así también no debemos contristar o apagar al Espíritu Santo al rehusar escuchar Su guía.

¿Qué es el fruto del Espíritu?

Gálatas 5:22-23 nos dice, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;...” El fruto del Espíritu Santo es el resultado de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. La Biblia dice claramente que cada uno recibe al Espíritu Santo en el momento en que cree en Jesucristo (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14) Uno de los principales propósitos del Espíritu Santo al entrar en la vida de un cristiano, es el de cambiar esa vida. Es el trabajo del Espíritu Santo conformarnos a la imagen de Cristo, haciéndonos más parecidos a Él.

El fruto del Espíritu Santo está en directo contraste con los hechos de la naturaleza pecaminosa en Gálatas 5:19-21, “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21 describe cómo es la gente, en mayor o menor grado, cuando no conocen a Cristo, y por lo tanto no están bajo la influencia del Espíritu Santo. Nuestra carne de pecado produce este tipo de fruto (Gálatas 5:19-21), y el Espíritu Santo produce el otro tipo de fruto (Gálatas 5:22-23).

La vida cristiana es una batalla entre los acciones de la naturaleza de pecado, y el fruto del Espíritu Santo. Como seres humanos caídos, aún estamos atrapados en un cuerpo que desea las cosas pecaminosas (Romanos 7:14-25). Como cristianos, tenemos al Espíritu Santo produciendo Su fruto en nosotros, y contamos con Su poder para que conquistemos los actos de la naturaleza de pecado (2 Corintios 5:17; Filipenses 4:13). Un cristiano nunca será completamente victorioso en demostrar siempre el fruto del Espíritu Santo. Sin embargo es uno de los principales propósitos de la vida cristiana, al permitir que progresivamente el Espíritu Santo produzca más y más de Su fruto en nuestras vidas y conquiste nuestros opuestos deseos pecaminosos. Dios desea que nuestras vidas muestren el fruto del Espíritu... y con la ayuda del Espíritu Santo, ¡esto es posible!

Cómo distribuye Dios los dones espirituales? ¿Me dará Dios el don espiritual que le pida?

Romanos 12:3-8 y 1 Corintios 12, hacen muy claro que a cada cristiano le son otorgados dones espirituales de acuerdo a la elección del Señor. Los dones espirituales son impartidos con el propósito de edificar al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:7; 14:12) No se menciona específicamente el momento exacto en que estos dones son asignados. La mayoría asume que los dones espirituales son recibidos en el momento del nacimiento espiritual (el momento de la salvación), Sin embargo, hay algunos versos que pueden indicar, que a veces Dios también otorga los dones espirituales posteriormente. 1 Timoteo 4:14 y 2 Timoteo 1:6 se refieren ambos a un “don” que había recibido Timoteo al momento de su ordenación “mediante profecía.” Esto parece indicar que durante la ordenación de Timoteo, uno de los ancianos, habló bajo la influencia de Dios, de un don espiritual que Timoteo recibiría como un instrumento para su futuro ministerio.

También se nos dice en 1 Corintios 12:28-31 y el 1 Corintios 14:12-12 que es Dios (no nosotros) quien elige esos dones. Estos pasajes también indican que no todos tendrán un don en particular. Pablo les dice a los creyentes corintios, que si ellos van a codiciar o anhelar los dones espirituales, deben dejar de lado su fascinación por los dones “espectaculares” o “llamativos” y en su lugar procurar los dones más edificantes, tales como el de profecía (hablar la palabra de Dios para la edificación de otros). Ahora, ¿por qué Pablo les habría de decir que se esforzaran por desear los dones “mejores,” si ya se les había dado todo lo que recibirían, y no habría más oportunidad para ganar estos dones “mejores”? Uno puede deducir, que así como Salomón pidió sabiduría a Dios para poder gobernar sobre Su pueblo, así Dios nos otorgará aquellos dones que necesitemos para ser de beneficio a Su iglesia. 

Habiendo dicho esto, aún queda claro que estos dones son distribuidos de acuerdo a la elección de Dios, no la nuestra. Si cada corintio deseara grandemente un don en particular, como el de profecía, Dios no les daría a todos ese don simplemente porque lo anhelaran fervientemente. ¿Por qué? Porque ¿dónde estarían aquellos que son necesarios para servir en todas las otras funciones del cuerpo de Cristo? 

Hay una cosa que es totalmente clara, el mandato de Dios es la capacitación de Dios. Si Dios nos ordena hacer algo (cosas como testificar, amar a los no amados, discipular a las naciones, etc.,) Él nos equipará para hacerlo. Algunos pueden no estar tan “dotados” para evangelizar como otros, pero Dios ordena a todos los cristianos que testifiquen y discipulen (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8). Todos estamos llamados a evangelizar, ya sea que tengamos o no el don espiritual de evangelismo. Un determinado cristiano que se esfuerza por aprender la Palabra y desarrollar sus habilidades de enseñanza, será un mejor maestro que uno que pueda tener el don espiritual de enseñanza, pero que lo haya descuidado. 

En resumen, ¿los dones espirituales son otorgados cuando recibimos a Cristo, o son cultivados a través de nuestro caminar con Dios? La respuesta es ambas cosas. Normalmente, los dones espirituales nos son dados al momento de la salvación, pero también necesitan ser cultivados a través del crecimiento espiritual. ¿Puede un deseo de tu corazón aspirar y desarrollarse como un don espiritual? ¿Puedes buscar ciertos dones espirituales? 1 Corintios 12:31 parece indicar que esto es posible “Procurad, pues, los dones mejores...“ Puedes pedir a Dios un don espiritual y anhelarlo fervorosamente, esforzándote para desarrollar esa área. Al mismo tiempo, si no es la voluntad de Dios, no recibirás ese determinado don espiritual, sin importar cuán celosamente lo busques. Definitivamente Dios es sabio, y Él sabe con cuáles dones serás más productivo para Su reino.

No importa cuánto hayamos sido dotados con uno u otro don, todos somos llamados a desarrollar el número de áreas mencionadas en la lista de los dones espirituales,.... a ser hospitalarios, a mostrar actos de misericordia, a servir unos a otros, a evangelizar, etc. Mientras busquemos servirle por amor, con el propósito de edificar a otros para Su gloria, Él traerá gloria a Su nombre, crecerá Su iglesia, y nos recompensará (1 Corintios 3:5-8; 12:31 – 14:1). Dios promete que mientras nos deleitemos en Él, Él nos concederá las peticiones de nuestro corazón (Salmo 37:4-5). Esto seguramente incluye el prepararnos para servirle, de una manera que nos brinde propósito y satisfacción.

¿Cuál es la diferencia entre un talento y un don espiritual?

Existen similitudes y diferencias entre talentos y dones espirituales. Ambos son regalos de Dios. Ambos incrementan su efectividad con el uso. Ambos son para ser usados en beneficio de otros, no para propósitos egoístas. 1 Corintios 12:7 dice que los dones espirituales son dotorgados para edificar a otros... no a uno mismo. Así como los dos grandes mandamientos tratan de amar a Dios y a los demás, consecuentemente, uno debe usar sus talentos para ese propósito. Pero los talentos y dones espirituales difieren en a quién fueron dados y cuándo. A una persona (sin importar su creencia en Dios o en Cristo), le es dado un talento natural como resultado de una combinación genética (algunos tienen una habilidad natural para la música, arte, o matemáticas) y su medio ambiente (crecer en una familia musical lo ayudará a uno a desarrollar un talento por la música), o porque Dios deseó dotar a ciertos individuos con ciertos talentos (por ejemplo, a Bazeleel en Éxodo 31:1-6). Los dones espirituales son dados a los creyentes por el Espíritu Santo (Romanos 12:3, 6) al momento de poner su fe en Cristo para el perdón de sus pecados. En ese momento el Espíritu Santo le otorga al nuevo creyente el o los dones espirituales que Él desea que tenga (1 Corintios 12:11). Hay tres listas principales de dones espirituales...

Romanos 12:3-8 enlista los dones espirituales de la siguiente manera: profecía, servicio (en un sentido general), enseñanza, exhortación, generosidad, liderazgo, y mostrar misericordia. 1 Corintios 12:8-11 enlista los dones como: palabra de sabiduría (la habilidad de comunicar sabiduría espiritual), palabra de ciencia (la habilidad de comunicar la verdad práctica), fe (una dependencia inusual de Dios), dones de sanidades, de milagros, de profecía, de discernimiento de espíritus, de lenguas, (la habilidad para hablar un lenguaje que uno no ha estudiado), y la interpretación de lenguas. La tercera lista se encuentra en Efesios 4:10-12, la cual habla de Dios concediendo a Su iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Hay también la pregunta acerca de cuántos dones espirituales hay, ya que no hay dos listas iguales. También es posible que las listas bíblicas no los abarquen todos, y que haya dones espirituales adicionales tras los mencionados en la Biblia. 

Mientras que con frecuencia uno puede desarrollar sus talentos y más tarde dirigir su profesión o pasatiempos alrededor de ellos, los dones espirituales fueron dados por el Espíritu Santo para edificar a la iglesia de Cristo. En ello, todos los cristianos deben formar una parte activa en la expansión del Evangelio de Cristo. Todos son llamados y equipados para involucrarse en la “obra del ministerio” (Efesios 4:12). Todos son dotados para que puedan contribuir a la causa de Cristo, en gratitud por todo lo que Él ha hecho por ellos. Al hacerlo, ellos también encuentran su realización en la vida, a través de su labor por Cristo. Es el trabajo de los líderes de la iglesia, el ayudar a edificar a los santos, para que puedan más tarde estar equipados para el ministerio al que Dios les haya llamado. El resultado esperado de los dones espirituales, es que la iglesia como un todo pueda crecer, siendo fortalecida por la provisión combinada de todos y cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo. 

Resumiendo las diferencias entre los dones espirituales y los talentos: (1) Un talento es el resultado de genética y/o de entrenamiento, mientras que un don espiritual es el resultado del poder del Espíritu Santo. (2) Un talento puede ser poseído por cualquiera, cristiano o no cristiano, mientras que los dones espirituales solo son poseídos por cristianos. (3) Si bien, tanto los talentos como los dones espirituales deben ser usados para la gloria de Dios y para ministrar a otros, los dones espirituales están enfocados en estas tareas, mientras que los talentos pueden ser usados enteramente para propósitos no espirituales.

¿Qué significa andar en el Espíritu?

Los creyentes tienen el Espíritu de Cristo, la esperanza de gloria dentro de ellos (Colosenses 1:27) Aquellos que andan en el Espíritu lo mostrarán cotidianamente, en constante santidad. Esto se deriva del haber elegido concientemente por la fe, confiar en el Espíritu Santo para ser guiados en pensamiento, palabra, y acciones (Romanos 6:11-14). La negligencia de depender de la guía del Espíritu Santo, resultará en un creyente que no viva a la altura del llamado y a la posición que provee la salvación (Juan 3:3; Efesios 4:1; Filipenses 1:27). Podemos saber que estamos andando en el Espíritu si nuestras vidas muestran el fruto del espíritu, el cual es, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Ser lleno (andando), con el Espíritu es lo mismo que permitir que la palabra de Cristo (la Biblia), more en abundancia en nosotros (Colosenses 3:16).

El resultado es agradecimiento, alabanzas y gozo (Efesios 5:18-20; Colosenses 3:16). Los hijos de Dios serán guiados por el Espíritu de Dios (Romanos 8:14). Cuando los cristianos eligen no andar en el Espíritu, y por lo tanto pecan contristándolo; se ha provisto su restauración a través de la confesión de sus pecados (Efesios 4:30; 1 Juan 1:9). “Andar en el Espíritu” es seguir la guía del Espíritu. Es en esencia “caminar con” el Espíritu, permitiéndole que guíe tus pasos y transforme tu mente. Para resumir, así como hemos recibido a Cristo por fe, por la fe Él nos pide que andemos en Él, hasta que seamos llevados al cielo y escuchemos del Maestro, “¡Bien hecho!” (Colosenses 2:5; Mateo 25:23)

¿Se supone que un creyente es capaz de sentir la presencia del Espíritu Santo?

Mientras que ciertos ministerios del Espíritu Santo pueden incluir una “sensación,” tales como la convicción de pecado, consuelo y poder – la Escritura no nos enseña a basar nuestra relación con el Espíritu Santo en lo que sintamos. Cada creyente nacido de nuevo tiene al Espíritu Santo morando en él. Jesús nos dijo que cuando el Consolador viniera, Él estaría con nosotros y en nosotros. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:16-17). En otras palabras, Jesús está enviando a Uno como Él Mismo para estar con nosotros y en nosotros. 

Sabemos que el Espíritu Santo está con nosotros porque la Palabra de Dios nos lo dice. Cada creyente nacido de nuevo es habitado por el Espíritu Santo, pero no cada creyente es “controlado” por el Espíritu Santo, y hay una marcada diferencia. Cuando andamos según nuestra carne, no estamos bajo el control del Espíritu Santo, aún cuando sigamos siendo Su morada. El apóstol Pablo nos habla sobre esta verdad, y él usa una ilustración que nos ayuda a entenderlo. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.” (Efesios 5:18). Mucha gente lee este verso y lo interpreta creyendo que el apóstol Pablo está hablando contra el vino. Sin embargo, el contexto de este pasaje es sobre el caminar y el luchar del creyente que está lleno del Espíritu. Por lo tanto, hay algo más aquí que solo una advertencia acerca de tomar mucho vino. 

Cuando la gente está embriagada con mucho vino, exhibe ciertas características; se tambalea, su hablar se entorpece, y su juicio se daña. El apóstol Pablo establece aquí una comparación. Así como hay ciertas características que nos permiten percibir que alguien está controlado por la embriagues del vino, también deben haber ciertas características que nos permitan ver que alguien está siendo controlado por el Espíritu Santo. Cuando leemos Gálatas 5:22-24 acerca del “fruto” del Espíritu. Este es Su fruto, y es mostrado por los creyentes nacidos de nuevo que caminan bajo el control del Espíritu. 

El tiempo del verbo en Efesios 5:18 indica un proceso continuo de estar siendo llenado por el Espíritu Santo. Puesto que es una exhortación el “sed llenos”, se deduce que también es posible no estar “llenos” o controlados por el Espíritu. El resto del capítulo de Efesios 5 nos dice las características de un creyente lleno del Espíritu. “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:19-21)

Por lo tanto, el creyente nacido de nuevo, no debe ser controlado por ninguna otra cosa que no sea el Espíritu Santo. No somos llenos del Espíritu porque “sintamos” que lo estamos, sino porque este es el privilegio y posición que tenemos en Cristo. El ser llenos o controlados por el Espíritu, es el resultado de caminar en obediencia con el Señor. Este es un don de gracia y no un sentir emocional. Las emociones pueden y son engañosas, y podemos fabricarnos un frenesí emocional que provenga puramente de nuestra carne y no del Espíritu Santo. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. - Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:16, 25).

Habiendo dicho esto, no podemos descartar que hay veces que podemos encontrarnos abrumados por la presencia y el poder del Espíritu, y esto es con frecuencia una experiencia emocional. Cuando eso sucede, es un gozo como ningún otro. El rey David “bailaba de gozo” (2 Samuel 6:14) cuando ellos trajeron el Arca del Pacto a Jerusalén. Experimentar el gozo por el Espíritu es el entendimiento de que como hijos de Dios estamos siendo bendecidos por Su gracia. Así que, definitivamente, los ministerios del Espíritu Santo pueden involucrar nuestros sentimientos y emociones. Al mismo tiempo, mientras que el trabajo del Espíritu Santo puede incluir una “sensación,” no debemos basar nuestra seguridad de tener el Espíritu Santo, en la manera en que lo sintamos.

¿Cuál es el don de hablar en lenguas?

El primer acontecimiento de hablar en lenguas se produjo en el Día de Pentecostés, lo encontramos en el libro de los Hechos 2:1 al 4. Los apóstoles salieron y compartieron el Evangelio con las multitudes, hablándoles en su propia lengua, “¡Les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios!” (Hechos 2:11). La palabra griega “lenguas” traducida, literalmente significa “idiomas”. Por tanto, el don de lenguas es hablar en un idioma que una persona no conoce, a fin de ministrar a alguien que habla ese idioma. En 1ª Corintios capítulos 12 al 14, donde Pablo habla de dones milagrosos, comenta, “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablase con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (1ª Corintios 14:6). De acuerdo con el Apóstol Pablo, y de acuerdo con las lenguas descritas en Hechos, hablar en lenguas es valioso para aquel que escucha el mensaje de Dios en su propio idioma, pero es inútil para todos los demás - a menos que sea interpretado / traducido.

Una persona con el don de interpretar lenguas (1ª Corintios 12:30) podría entender lo que uno que habla en lenguas está diciendo, aunque no conozcan el idioma que está siendo hablado. El intérprete de las lenguas comunicaría entonces el mensaje del que habla en lenguas a todos los demás, de manera que todos pudieran entender. “Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla” (1ª Corintios 14:13). La conclusión de Pablo en cuanto a lenguas no interpretadas es poderosa, “Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1ª Corintios 14:19).

¿Es el don de lenguas para hoy en día? 1ª Corintios 13:8 menciona que cesa el don de lenguas, aunque asocia la cesación con la llegada de lo “perfecto” en 1ª Corintios 13:10. Algunos apuntan a una diferencia en el idioma en profecía y conocimiento en “cesando” con las lenguas “siendo cesadas”, como evidencia para cesar las lenguas antes de la llegada de lo “perfecto”. Mientras sea posible, esto no es explícitamente claro a juzgar por el texto. Algunos también apuntan a los pasajes tales como Isaías 28:11 y Joel 2:28-29 como una evidencia de que hablar en lenguas era una señal del juicio venidero de Dios. 1ª Corintios 14:22 describe las lenguas como una “señal para los incrédulos”. De acuerdo con este argumento, el don de lenguas era una advertencia para los judíos, de que Dios iba a juzgar a Israel por rechazar a Jesucristo como Mesías. Por tanto, cuando Dios de hecho juzgó a Israel (con la destrucción de Jerusalén por los Romanos en el año 70 A. de C.), el don de lenguas dejaría de servir para su propósito deseado. Mientras este punto de vista es posible, el propósito principal de las lenguas, que ha sido llevado a cabo, no necesariamente demanda su cesación. La Escritura no afirma concluyentemente, que el don de hablar en lenguas ha cesado.

Al mismo tiempo, si el don de hablar en lenguas estuviera activo en la iglesia de hoy en día, éste sería ejecutado de acuerdo con la Escritura. Sería un idioma real y comprensible (1ª Corintios 14:10). Tendría el propósito de comunicar la Palabra de Dios con una persona que habla otro idioma (Hechos 2:6-12). Sería en acuerdo con el mandato que Dios dio a través del Apóstol Pablo, “Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios (1ª Corintios 14:27-28). También debe ser en obediencia a 1ª Corintios 14:33, “Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos”.

Dios definitivamente puede dar a una persona el don de hablar en lenguas para facilitar la comunicación con una persona que habla otro idioma. El Espíritu Santo es soberano en la distribución de los dones espirituales (1ª Corintios 12:11). Solamente imagínese cuánto más productivos podrían ser los misioneros si no tuvieran que ir a una escuela de idiomas, e instantáneamente fueran capaces de hablar a la gente en su propio idioma. Sin embargo, Dios no parece estar haciendo esto. Las lenguas no parecen ocurrir hoy en día en la forma que lo hacían en el Nuevo Testamento, a pesar del hecho de que sería sumamente provechoso. La vasta mayoría de creyentes que demandan practicar el don de hablar en lenguas, no lo hacen en acuerdo con la Escritura mencionada arriba. Estos hechos conducen a la conclusión de que el don de lenguas ha cesado, o es al menos una rareza en el plan de Dios para la iglesia hoy.

Aquellos que creen en el don de lenguas como un “lenguaje de oración” para edificación propia, obtienen su punto de vista de 1ª Corintios 14:4 y/o 14:28, “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia”. Por todo el capítulo 14, Pablo está enfatizando la importancia de tener interpretadas (traducidas) las lenguas, vea 14:5-12. Lo que Pablo está diciendo en el capítulo 4 es, “Si usted habla en lenguas sin interpretación, no está haciendo nada más que edificarse a sí mismo, apareciendo más espiritual que otros. Si usted habla en lenguas y las interpreta, usted edifica a todos”. El Nuevo Testamento en ningún lugar da instrucciones específicas sobre “orar en lenguas”. En ningún lugar en el Nuevo Testamento da un propósito de “hablar en lenguas”, o describe específicamente a una persona “orando en lenguas”. Además, si “orar en lenguas” es para edificación propia, ¿no sería eso injusto para aquellos que no tienen el don de lenguas y quienes por tanto no están en capacidad de edificarse a ellos mismos? 1ª Corintios 12:29-30 claramente indica que no todos tienen el don de hablar en lenguas.

¿Hay dones de milagros del Espíritu en esta época?

Primeramente, es importante reconocer que esta no es una pregunta acerca de si Dios aún realiza milagros hoy. Sería ridículo y anti-bíblico decir que Dios ya no sana a la gente, habla a la gente y realiza señales y prodigios milagrosos en esta era. La pregunta es si los dones de milagros del Espíritu, descritos primeramente en 1 Corintios capítulos 12. 14, están aún activos en la iglesia de hoy. Esta tampoco es una pregunta de si “puede” el Espíritu Santo conceder a alguien un don de milagros. La pregunta es: ¿El Espíritu Santo concede aún hoy los dones de milagros? Por encima de todo esto, reconocemos absolutamente que el Espíritu Santo es libre de conceder dones de acuerdo a Su voluntad (1 Corintios 12:7-11).

En los libros de Hechos y las Epístolas, la gran mayoría de los milagros son realizados por los apóstoles y sus colaboradores más cercanos. 1 Corintios 12:12 nos da la razón del por qué, “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros” Hechos 2:22 nos dice que Jesús fue “aprobado” por las “maravillas, prodigios y señales” Igualmente lo fueron los apóstoles “reconocidos” como genuinos mensajeros de Dios por los milagros que realizaban. Hechos 14:3 describe cómo el mensaje del Evangelio era “confirmado” por los milagros que hacían Pablo y Bernabé.

1 de Corintios, capítulos 12-14 trata primeramente el tema de los dones del Espíritu. De acuerdo al texto parece que algunas veces les eran concedidos dones de milagros a cristianos “ordinarios” . (12:8-10; 28-30) pero no se nos dice que tan común era esto. Por todo lo anterior, entendemos que los apóstoles eran “reconocidos” por estas señales y prodigios, por lo que pareciera que la concesión de dones milagrosos a cristianos “ordinarios” era la excepción y no la regla. Fuera de los apóstoles y sus colaboradores cercanos, en ningún lugar del Nuevo Testamento se describe específicamente el ejercicio individual de dones de milagros del Espíritu.

También es importante reconocer que la iglesia primitiva no contaba con la Biblia completa, como ahora nosotros (2 Timoteo 3:16-17) Por lo tanto, los dones de profecía, sabiduría, ciencia, etc., eran necesarios para que los primeros cristianos supieran lo que Dios quería que hicieran. El don de profecía, permitía que los creyentes comunicaran una nueva verdad y revelación de Dios. Ahora que la revelación de Dios está completa en la Biblia, los dones de “profecía” ya no son necesarios, al menos no de la misma manera que lo fueron en el Nuevo Testamento.

Diariamente Dios cura milagrosamente a algunas personas. Dios aún nos habla hoy, ya sea en una voz audible, o en nuestra mente, o a través de la Biblia, o impresiones y acontecimientos. Dios aún realiza asombrosos milagros, señales y maravillas; y algunas veces realiza esos milagros a través de un cristiano. Sin embargo, como ya señalamos, no necesariamente son los dones de milagros del Espíritu. El propósito principal para los dones del Espíritu era el “probar o autentificar” que el Evangelio era verdadero y que los apóstoles eran verdaderamente mensajeros de Dios. La Biblia no dice categóricamente que los dones de milagros hayan cesado, pero sí establece el fundamento por el que ya no pueden ser necesarios.


¿Cómo puedo ser lleno del Espíritu Santo?

Un verso clave que trata sobre la llenura del Espíritu Santo en nuestra era es Juan 14:16, donde Jesús promete que el Espíritu morará dentro de los creyentes y que Su residencia es permanente. Es importante distinguir entre la morada y la llenura del Espíritu. La morada permanente del Espíritu no selectiva para solo algunos pocos creyentes, sino para todos ellos. Hay un buen número de referencias a este respecto en las Escrituras que apoyan esta conclusión. Primero; es que El Espíritu Santo es un regalo para todos los creyentes en Jesucristo sin excepción, y no existen condiciones para tenerlo, excepto la fe en Jesucristo (Juan 7:37-39). Segundo; el Espíritu Santo es otorgado en la salvación. Efesios 1:13 indica que el Espíritu Santo es dado en el momento de la salvación. Gálatas 3:2 también enfatiza esta misma verdad, diciendo que el sello y la residencia del Espíritu en el creyente, tuvo lugar al momento de creer. Tercero; el Espíritu Santo mora en los creyentes permanentemente. Es Espíritu Santo es dado a los creyentes como un “enganche” del pago, o “garantía” de su futura glorificación en Cristo (2 Corintios 1:22; Efesios 4:30).

Esto es en contraste con la orden de la llenura del Espíritu que encontramos en Efesios 5:18. Debemos estar tan totalmente entregados al Espíritu Santo, que Él pueda poseernos por completo, y en ese sentido, ser llenos. Romanos 8:9 y Efesios 1:13-14 afirman que Él mora dentro de cada creyente, pero también que Él puede ser contristado (Efesios 4:30) y Su actividad dentro de nosotros puede ser apagada (1 Tesalonicenses 5:19). Cuando permitimos que esto suceda, no experimentamos la llenura del Espíritu Santo trabajando y fortaleciendo en y a través de nosotros. El ser lleno con el Espíritu, implica darle a Él la libertad para ocupar cada parte de nuestra vida, guiándonos y controlándonos. Entonces Su poder puede ser ejercido a través de nosotros, para que lo que hagamos sea un fruto para Dios. La llenura del Espíritu no se aplica solamente a hechos externos; también se aplica a los pensamientos más íntimos y los motivos de nuestros actos. El Salmo 19:14 dice, “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh, Jehová, roca mía, y redentor mío.”

El pecado es lo que nos separa de la llenura del Espíritu Santo, y la obediencia a Dios es lo que mantiene Su llenura. Aunque nuestra meta debe ser el ser llenos como se nos ordena en Efesios 5:18, no es el orar por ello lo que nos llena del Espíritu Santo, es solo nuestra obediencia a los mandatos de Dios lo que permite la libertad del Espíritu para trabajar dentro de nosotros. Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, es imposible para nosotros permanecer llenos del Espíritu todo el tiempo. Por esto, debemos tratar inmediatamente con el pecado que surja en nuestras vidas, y renovar nuestro compromiso de ser llenos y guiados por el Espíritu Santo.

¿Cómo sé cuál es mi don espiritual?

No existe una fórmula mágica o examen espiritual que pueda decirnos exactamente cuáles son nuestros dones espirituales. El Espíritu Santo distribuye Sus dones de acuerdo a Su voluntad (1 Corintios 12:7-11) Al mismo tiempo, Dios no quiere que ignoremos la manera cómo Él desea que le sirvamos. El problema es que es muy fácil quedarnos atrapados en aquellos dones en los que buscamos servir a Dios solo en el área en la que sentimos que tenemos el don espiritual. Y no es así como funcionan los dones del Espíritu. Dios nos llama a servirle con obediencia. El nos equipará con cualquier don o dones que necesitemos para llevar a cabo la o las tareas a las que Él nos ha llamado.

La identificación de nuestros talentos espirituales puede llevarse a cabo de varias maneras. Las pruebas o análisis para detectarlos, aunque no son totalmente confiables, si pueden ayudarnos a entender dónde podrían estar nuestras dotes espirituales. La confirmación por parte de otros, también nos puede dar luz sobre nuestros talentos espirituales. Con frecuencia otras personas que ven nuestro servicio al Señor, pueden identificar el uso de nuestro don espiritual, que tal vez nosotros no hayamos identificado o reconocido. La oración también es importante. La persona que sabe exactamente cómo hemos sido dotados espiritualmente es El Dador mismo – el Espíritu Santo. Podemos pedirle a Dios que nos muestre en qué área nos ha capacitado para darle un mejor uso a nuestros dones espirituales para Su gloria.

Si, Dios llama a algunos a ser maestros y les da el don de la enseñanza. Dios llama a otros a ser siervos y los bendice con el don de servicio. Sin embargo, el conocer específicamente nuestro don espiritual, no nos exenta de servir a Dios en áreas fuera de nuestros dones. ¿Es beneficioso saber cuál es o son los dones espirituales con que Dios nos ha dotado? Desde luego que lo es. ¿Está mal que nos enfoquemos demasiado en los dones espirituales, al punto de perder otras oportunidades de servir a Dios? ¡Sí! Si nos dedicamos a ser utilizados por Dios, Él nos equipará con los dones espirituales que necesitemos.

"¿Qué dice la Biblia acerca de los demonios?"

Apocalipsis 12:9 es la Escritura más clara sobre la identidad de los demonios, “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” La Biblia indica que los demonios son ángeles caídos que junto con Satanás se rebelaron contra Dios. La caída del cielo de Satanás está descrita en Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:12-15. Apocalipsis 12:4 parece indicar que Satanás tomó una tercera parte de los ángeles con él cuando pecó. Judas verso 6 menciona a los ángeles que pecaron. Así que es muy probable que los demonios sean los ángeles que siguieron a Satanás en pecar contra Dios.

Satanás y sus demonios buscan ahora engañar y destruir a todos los que siguen y adoran a Dios (1 Pedro 5:8; 2 Corintios 11:14-15). Los demonios son descritos como espíritus inmundos (Mateo 10:1; Marcos 1:27), y ángeles de Satanás (Apocalipsis 12:9) Satanás y sus demonios engañan al mundo (2 Corintios 4:4), atacan a los cristianos (2 Corintios 12:7; 1 Pedro 5:8), y combaten contra los santos ángeles de Dios (Apocalipsis 12:4-9). Los demonios son seres espirituales, pero pueden aparecer en forma física (2 Corintios 11:14-15). Los demonios / ángeles caídos son enemigos de Dios – pero son enemigos derrotados. “... Porque Mayor es EL que está

COMPROMISO DE APOSTOL

Mi compromiso como cristiano

Soy parte de los que no serán avergonzados nunca.

Tengo el poder del Espíritu Santo. Mi suerte ha sido echada y he cruzado la línea divisoria; he tomado la decisión: soy un discípulo de Jesús. No cedo, ni retrocedo, ni disminuyo la velocidad, ni me detengo ni miro hacia atrás.

Mi pasado ha sido redimido, mi presente es bueno y mi futuro está seguro. He cesado con el vivir la vida ligera, he terminado con el pasear como turista por la experiencia humana, con los planes pequeños, con el tener las rodillas suaves, con los sueños en blanco y negro, con las visiones limitadas, con el hablar mundano, con la tacañería al dar y con el posponer los proyectos para otra ocasión.

Ya no requiero de la adulación de la gente, ni me domina la ambición por cosas materiales, no necesito ser reconocido a la fuerza, ni me inquieta el no ganar concursos de popularidad. No tengo que tener la razón, ni ser el primero, ni ser alabado, considerado o recompensado. Ahora vivo por la fe, me apoyo en Dios, camino pacientemente, me levanta el ánimo la oración y me apasiona trabajar para el Señor.

Mi rostro está afirmado, mi pulso es firme, mi destino el cielo; el camino es angosto, los acompañantes, pocos. Mi guía confiable, la misión clara. No puedo ser sobornado, ni desviado, ni derrotado. Fracasan los que intentan detenerme. No me intimida el sacrificio, no me agotan los reveses ni el enemigo me hace vacilar. No entro en negociaciones de paz con el adversario, ni me siento en su mesa, ni medito en sus éxitos, ni me atrae su mediocridad.

No me rendiré, no callaré, ni cesaré hasta que haya perseverado totalmente, orado sin cesar y gastado mi vida en servir a Dios. Yo soy un discípulo de Jesucristo. Debo ir hasta que Él regrese, dar hasta que lo haya dado todo, predicar hasta que todos sepan y trabajar hasta que Él me detenga, y cuando Él regrese por los suyos, no tendrá dificultad en reconocerme, mi estandarte estará reluciente.

  

“Jesús dijo a Simón:  No temas porque en adelante serás pescador de hombres”. 

¿QUÉ ES EL DESCANSO EN EL ESPIRITU?

El hecho. Con alguna frecuencia se viene dando en retiros de sanación, en oraciones de intercesión o de liberación, tras la unción de los enfermos con aceite bendecido, o tras la imposición de manos sobre aquellos por quienes se ora, el fenómeno llamado por algunos " descanso en el Espíritu ".

Otros prefieren traducir el inglés " being alain in the Spirit ", como " fulminación en el Espíritu ", " dormición en el Espíritu " o quedar abrumado por el amor y la presencia de Dios, o tener silencio en el Espíritu y reposo en El.


1.2. Definición. El verdadero descanso del Espíritu es un don carismático, otorgado a uno o a varios para trasmitir a otros una cierta protección de Dios, con lo que se alimentan la fe, la paz interior, la inteligencia de las enseñanzas recibidas y se facilita la práctica de la vida cristiana, al suprimirse bloqueos o resistencias mas o menos conscientes a la acción del Señor, lo cual a veces se expresa o se visualiza con un rendimiento ante Dios que conlleva la pérdida pasajera del equilibrio corporal, deslizándose suavemente hacia el suelo o sobre el asiento que se ocupa, con una cesación pasajera del movimiento corporal y local.


1.3. Explicaciones. Dado que existen en la práctica pastoral y en la teoría dudas, equivocaciones y hasta errores en torno a este fenómeno del " descanso del Espíritu ", puede resultar útil y conveniente hacer algunas aclaraciones al respecto.


(A) El descanso pertenece al carisma de sanación es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y de la memoria, con una llenumbre de la presencia de Dios, de su amor y de su paz, de modo que a veces, el cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a veces.

(B) Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por sentirse asustado ante él, pero entonces no suelen seguirse en el que se ha resistido los frutos de paz y de oración mas recogida, y suelen quedar en él rastros nuevos de turbación o de inquietud. Algunos, que no se resisten a este don, tras la oración y la imposición de manos, se sienten caer suavemente hacia el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como relajadamente inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser pasajero y breve. (C) El aspecto principal del descanso en el Espíritu, es la fuerte presencia sanadora del Dios viviente, que purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores a su acción fortalece el alma para sobrellevar el peso del compromiso cristiano de un modo renovado. El que Dios llene la memoria y la imaginación de su presencia, de su amor de su sanación no presenta dificultades en la renovación Carismática ni fuera de ella.


(D) El punto controvertido y discutible en el descanso en el Espíritu es ese sentirse anonadado por el peso del amor de Dios con el fenómeno espectacular de la caída suave del cuerpo hacia atrás o hacia adelante, hasta que el don se haya pasado. Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del cuerpo es como una señal externa de un nuevo rendimiento al Señorío de Cristo y de una nueva aceptación del amor y la voluntad de Dios sin resistencias..


(E) En el descanso en el Espíritu la persona sigue teniendo control pleno de su entendimiento y de su voluntad. El entendimiento sigue libre para orar con la atención más concentrada en Dios. Otros efectos, como la extinción de traumas, de bloqueos o cargas interiores , la iluminación espiritual o la sanación, dependen de las necesidades individuales del que recibe este don.

(F) El verdadero descanso en el Espíritu, 1)- facilita la oración en tanto cuanto toca los sentidos internos dispersos y los unifica, 2)- facilita el sentido profundo de la presencia y del amor de Dios. (G) Estos dos efectos internos pueden darse sin el hecho exterior concomitante de la caída al suelo de la caída al suelo por el impulso poderoso y abrumador del amor de Dios.

(H) Hay personas que creen erróneamente que caen al suelo porque han sido empujadas por el que les impone las manos. De hecho es el amor abrumador de Dios el que empuja y vence poderosamente obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales. 1.4. El poder de descansar en el Espíritu. Es el problema mas vidrioso de este don, que el Señor concede a algunos en los grupos de intercesión. (1) El don parece en sí válido por sus efectos buenos: paz, presencia de Dios, más facilidad para orar, sanación de traumas y resistencias a Dios, liberación de opresiones.


(2) El descanso en el Espíritu no es expresamente una oración de quietud con su experiencia directa del amor de Dios, que aquí se experimenta con amor sanador más directamente que como don de oración contemplativa.


(3) Tampoco se trata de un fenómeno natural de hipnosis, donde la voluntad queda casi totalmente suspendida y sometida al hipnotizador, donde la conciencia se entorpece y la memoria de la actividad desarrollada en hipnosis se pierde al volver en sí. A veces esta alienación transitoria de la voluntad transitoria de la voluntad del hipnotizado resulta seriamente peligrosa. Nada de esto sucede en el descanso en el Espíritu: la voluntad y el entendimiento se mantienen despiertos y activos, sin someterse a nadie más que a Dios.


(4) Tampoco se ha de confundirse el descanso en el Espíritu con un posible influjo diabólico, que emboba las potencias del hombre y obscurece, turba y debilita espiritualmente el alma y lleva al que lo padece a buscar sitios concurridos para llamar la atención de otros y distraerlos de su oración o de la sanación interior en curso. Este influjo diabólico deja gran turbación, depresiones y falta de paz en el que lo ha recibido.


domingo, 12 de abril de 2009

¿TÉ AGRADARÍA TENER UNA COMUNIÓN INTÍMA DE AMOR CON DIOS?

Está comunicación única y especial, sólo se logra, cuando te arrepientes de una vida apartada de Él (Busca en la Biblia el libro de Romanos Capítulo 3, versículo del 9 al 26), y le permites a Jesucristo, que seas el Señor de tú vida. Si aún no lo has hecho, tú puedes aceptar ahora mismo a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Lo único que tienes que hacer es confesarlo con tu boca en forma audifle. Si quieres puedes tomar como base la siguiente oración:
"Señor Jesucristo me reconozco pecador ante tí, y me arrepiento en verdad de mi vida de pecado. Te abró la puerta de mi corazón y te reconozco como mi Señor y único y suficiente Salvador. Señor, quitas las vendas que hay en mis ojos y que me impiden verte, rompe las cadenas que no me permiten acercarme a tí, y libérame del yugo de la muerte y de la esclavitud en el que me encuentro. Cúbreme en tu preciosa sangre. Gracias, Señor. A ti sea la gloria, en el nombre de Cristo Jesús. Amén"

domingo, 5 de abril de 2009

La Adoración

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sábado, 4 de abril de 2009

DONES DEL ESPIRITU SANTO

Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete Dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu.

1. Sabiduría: Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. Sabiduría es ver sabiamente las cosas, no sólo con la inteligencia sino también con el corazón, tratando de ver las cosas como Dios la ve y comunicándolas de tal manera que los demás perciban que Dios actúa en nosotros: en lo que pensamos, decimos y hacemos.

2. Inteligencia o Entendimiento: Con este Don nos permite conocer y comprender las cosas de Dios, la manera como actúa Jesucristo, descubrir inteligentemente, sobre todo en el Evangelio, que su manera de ser y actuar es diferente al modo de ser de la sociedad actual. El Don de la Inteligencia nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe; es una luz especial que puede llegar a todas las personas y muchas veces tisus frutos en los niños y en la gente más sencilla.

3. Consejo: Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás. Nos ayuda a discernir y decidir a la luz de la voluntad de Dios. El Don de Consejo nos ayuda a enfrentar mejor los momentos duros y difíciles de la vida, al mismo tiempo que nos da la capacidad de aconsejar, inspirados en el Espíritu Santo, a quienes nos piden ayuda, a quienes necesitan palabras de aliento y vida.

4. Fortaleza: Este Don concede al fiel ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural que nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontraremos en nuestro caminar hacia Dios. El ejemplo de Jesucristo, su pasión y su muerte, debe ser para nosotros un auténtico testimonio de fortaleza que nos ha de llevar a superar nuestra debilidad humana.

5. Ciencia: Es el Don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento, a descubrir la presencia de Dios en el mundo, en la vida, en la naturaleza, en el día, en la noche, en el mar, en la montaña. El Don de Ciencia nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado, en la medida en que nos lleve a Él.

6. Piedad: El corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el Don de la Piedad, que el Espíritu Santo derrama en nuestras almas, permitiéndonos acercarnos confiadamente a Dios, hablarle con sencillez, abrir nuestro corazón de hijo a un Padre Bueno del cual sabemos que nos quiere y nos perdona.

7. Temor de Dios: Nos induce a evitar el pecado porque ofende a Dios. Cuando se descubre el amor de Dios lo único que deseamos es hacer su voluntad y sentimos temor de ir por otros caminos. En este sentido existe temor de fallarle y causarle pena al Señor, no se trata de ninguna manera, de tenerle miedo a Dios, sino más bien de sentirse amado por Él y corresponderle. Con este Don tenemos la fuerza para vencer los miedos y aferrarnos al gran amor que Dios nos tiene.

Los carismas

Además de los dones, el Espíritu Santo nos da "carismas", de los que habla San Pablo: "Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común..."(I Corintios 12:4-13).

Los carismas son como herramientas. A todos se nos da la gracia pero a cada uno carismas diferentes según nuestra misión. Estos se pueden usar bien o mal. No son condición ni garantía de santidad. Ya que Dios nos creó libres, los carismas se pueden usar bien o mal. Se puede dar el caso de alguien que tenga grandes dones - como el don de la palabra, sanación, lenguas, etc. pero no viva en gracia, como fue el caso del hijo pródigo que partió de la casa paterna a malgastar los bienes entregados por él.

Frutos del Espíritu Santo
Los "frutos" son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:

1. Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.

2. Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.

3. Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.

4. Paciencia: Sufrimiento sin inquietud frente a la adversidad; moderar los excesos de tristeza.

5. Longanimidad o Perseverancia: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos. Impide el aburrimiento o la pena que provienen del deseo del bien que se espera o de la lentitud o duración del mal que se sufre.

6. Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo; inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene.

7. Benignidad: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento. Manejar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría.

8. Mansedumbre: Refrenar la ira y tener dulzura en el trato.

9. Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.

10. Modestia: La que modera y regula en el hombre sus acciones, palabras, sus gestos.

11. Continencia o Templanza: La que modera los deleites de los sentidos.

12. Castidad: La que refrena los deleites impuros.






EL ESPIRITU SANTO ESTA AQUI

viernes, 3 de abril de 2009

CÓMO LEER LA BIBLIA

Cada día separe parte de su tiempo para leer la Biblia. Trate de apartar la misma hora cada día. Dedique tanto tiempo como sea posible sin dejar que interfieran otras cosas, pues será un tiempo más o menos largo el que necesite. Antes de comenzar la lectura pida la guía y bendición de Dios. Algunas personas han descubierto que llevar un diario les ha ayudado. Dé los siguientes pasos para sacar el mayor provecho posible de sus lecturas diarias.
1. Seleccione un pasaje bíblico (puede hacerlo siguiendo la guía. Lea la Biblia en un año.
2. Examine su contenido:a. ¿De qué clase de libro está tomado? (Un libro biográfico, como uno de los evangelios que narra la vida de Jesús; un libro histórico como el Segundo Libro de Samuel que relata el resultado del rey David; o una carta breve a una persona como las enviadas a Timoteo o a una iglesia específica como las epístolas de Corintios.b. ¿Cuál es el enfoque general del libro? (No tiene que hacer estudios extensos sobre el libro, pero siéntese con libertad de leer el primero o el último párrafo del libro, o los subtítulos y las introducciones si su Biblia las tiene).c. ¿Qué ocurre o se discute en los pasajes que ha leído?
3. Lea el pasaje completo para formarse una idea de lo que en él se trata.
4. Identifique palabras y frases. ¿Hay alguna palabra o frase que se repita a través del pasaje? ¿Se discierne alguna relación de causa y efecto? (Las frases repetidas casi siempre están precedidas de si, entonces, por eso, porque, etc) ¿Se ha hecho alguna comparación? ¿Se contrastan personas, cosas o conceptos?.
5. Lea el pasaje de nuevo y preguntase cuál es la intención o propósito del pasaje. Trate de encontrar lo que el autor está queriendo decir. Debe ser honesto; no busque para encontrar sólo lo que quiere oír. La Biblia contiene mensaje que pueden cambiar vidas.
6. ¿Qué ha aprendido acerca de Dios en este pasaje? ¿Qué ha aprendido acerca de la naturaleza humana? Pregúntese cómo se aplica este mensaje a su propia vida. ¿Hay algo en su vida que necesita cambiar para llegar a ser mejor hijo de Dios o más amante del prójimo? Pidale a Dios que le ayude a hacer los cambios en su vida para llegar a ser una persona mejor.
7. Lea el pasaje una vez más ¿Hay algún versículo que quiera memorizar? ¿Por qué no lo escribe es una tarjetita y lo lleva consigo todo el día para estudiarlo?
8. De gracias a Dios por lo que le ha mostrado y pídale su ayuda hoy, cuando trate de aplicar a su vida la lección aprendida.
9. Comparta con una persona lo que ha aprendido
Dios lo bendiga