martes, 20 de abril de 2010

SALMO 23

jueves, 8 de abril de 2010

Una situación desesperada

¿Qué significa en verdad creer en Cristo? ¿Por qué Jesucristo exige que creamos en Él? La razón es que todos los seres humanos nos encontramos en una situación desesperada de la que sólo Cristo Jesús nos puede rescatar.

Tenemos que creer en Él porque no podemos rescatarnos nosotros mismos, sino que debemos acudir completamente a Cristo en busca de ayuda. Cristo es el único que puede salvarnos. Por nuestro bien exige que confiemos en Él.

¿Cuál es esta situación desesperada de la cual solo Jesucristo te puede rescatar? Cristo lo dijo de la siguiente manera. Fíjate en las palabras «pierda», «condenado» e «ira de Dios».

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios… El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3.16-18, 36).

La situación desesperada en la que te encuentras, según Cristo afirma, es que estás bajo la ira de Dios. Esto se debe al pecado. Dios es justo y su ira se enciende con toda razón contra las actitudes y conductas humanas que denigran su valor y lo tratan de manera insignificante. Todos lo hemos hecho; es más, lo hacemos todos los días.

¿Dudas acerca de la Biblia?


Te ruego que leas esta cita de un hombre de Dios. Presta atención a las palabras que aparecen resaltadas. Piensa en ellas, ¿Qué te expresan a ti? ¿Te ha dicho algo Dios? Pues a ponerlo por obra.


Yo creo que no es posible entender todo lo que dice la Biblia desde un punto de vista intelectual. Cierto día años atrás, yo decidí aceptar las Escrituras por fe. Había ciertos problemas que no podía razonar del todo, pero al aceptar por fe la Biblia como la Palabra de Dios con plena autoridad sobre mi vida, descubrí de inmediato que se convirtió en mi mano como una llama de fuego. Esa llama empezó a derretir la incredulidad en los corazones de muchas personas y a moverles a decidirse por Cristo.La Palabra se convirtió en un martillo que quebrantaba corazones de piedra y moldeaba a los hombres para hacerles semejantes a su Dios. Ahora entiendo por qué dice Dios: “yo pongo mis palabras en tu boca por fuego” (Jeremías 5.14); y también: “¿no es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” (Jeremías 23.29).Descubrí que podía utilizar un bosquejo sencillo, después incluir algunas citas de las Escrituras bajo cada punto, y que Dios usaba esa herramienta humilde con gran poder para hacer que los hombres hicieran compromisos firmes con Cristo. Descubrí que no necesitaba confiar en la astucia, la oratoria, la manipulación psicológica, las ilustraciones y las anécdotas llamativas, ni las citas ilustres de hombres famosos. Empecé a confiar cada vez más en las Escrituras mismas y Dios bendijo mi ministerio en gran manera. Por mis viajes y mi experiencia he llegado a convencerme de que la gente en todo el mundo está hambrienta de escuchar la Palabra de Dios.


Billy GrahamTomado de la Revista Decisión, junio de 1963.

LA MENTIRA.

Salvador Fernández Zarco nació en Cuba, un pequeño pueblo en el sur de Portugal. Se hizo pasar por genovés para recibir apoyo de los reyes de España para sus planes, ya que eran enemigos de la corona portuguesa.
Según dijo, había salido de Génova a los 24 años pero no se le conoce ni una sola carta escrita en genovés, sino en castellano o portugués. Por donde quiera que pasó no usó nombres italianos, sino castellanos como Veracruz, Santo Domingo y hasta nombró a una isla con el nombre de su ciudad natal: Cuba.¿Sabes de quién se trata? De Cristóbal Colón. Según se dio a conocer hace poco, mintió en cuanto a su nombre y su identidad para lograr sus propósitos.La mentira es la manifestación contraria a la verdad. Dios es Dios de verdad (Dt. 32.4, Sal. 31.5), pero Satanás es el padre de mentira (Jn. 8.44). Cuando mentimos estamos apoyando al enemigo. Cuando decimos y pensamos la verdad estamos actuando del lado de Dios.Dios prohíbe explícitamente la mentira (Éx. 20.16). Un efecto evidente de que hemos conocido a Cristo es que dejamos de mentir (Ef. 4.25).Pero ¿qué entendemos por mentira?

(1) Está la mentira directa como fue el caso de Ananías y Safira (Hch. 5.4)(2) Está la media verdad que encontramos en la triste experiencia de Abraham, Sara y Abimelec (Gn. 20.2, 12)(3) Está la respuesta evasiva que dio Caín (Gn. 4.9) y que no es más que otra forma de mentir(4) Está el silencio culpable de Judas Iscariote (Jn. 13.21-30) que significa mentir(5) Está la vida doble. Cuando decimos algo y hacemos exactamente lo contrario (1 Jn. 1.6, Jer. 9.5)

La mentira siempre tiene consecuencias horribles. Los mentirosos no tienen parte en el reino de Dios y su fin, dice la Biblia, es el lago de fuego eterno (Ap. 21.8). “El labio veraz permanecerá para siempre; mas la lengua mentirosa sólo por un momento” (Pr. 12:19). “Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no. Todo lo que digan de más viene del diablo”

"¿Qué dice la Biblia acerca de la pereza?"

Respuesta: La primera ley de movimiento de Newton establece que un objeto en movimiento tiende a permanecer en movimiento, y que un objeto en reposo, tiende a permanecer en reposo.
Esta ley se aplica a la gente. Mientras que algunos son naturalmente impelidos hacia complejos proyectos, otros son apáticos, requiriendo motivación para vencer la inercia. La pereza, siendo un estilo de vida para algunos, es una tentación para todos.
Pero la Biblia es clara en que como el Señor, quien es un Dios trabajador, ordenó el trabajo para el hombre, la pereza es pecado. “Vé a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio.” (Proverbios 6:6).La Biblia tiene mucho que decir acerca de la pereza. Los Proverbios especialmente, están llenos de sabiduría concerniente a la pereza y advertencias a la persona perezosa. Ellos nos dicen que una persona perezosa odia el trabajo: “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar.” (21:25); le encanta dormir: “Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama.” (26:14); da excusas: “Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles.” (26:13); desperdicia tiempo y energía: “También el que es negligente en su trabajo, es hermano del hombre disipador.” (18:9); él cree que es sabio, pero es un tonto: “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar.” (26:16).
Proverbios también nos dice el final que le espera al perezoso: “La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria.” (12:24); su futuro es sombrío: “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará.” (20:4); puede llegar a empobrecer: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” (13:4).
No hay lugar para la pereza en la vida de un cristiano. Un nuevo creyente es verazmente enseñado que “..por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9). Pero un cristiano puede volverse haragán si erróneamente cree que Dios no espera fruto de una vida transformada. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10). Los cristianos muestran su fe mediante sus obras. “. . . yo te mostraré mi fe por mis obras. . . Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:18, 26). La pereza viola un propósito de Dios – las buenas obras. El Señor, sin embargo, fortalece a los cristianos para vencer la propensión carnal a la pereza, al darnos una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17).
En nuestra nueva naturaleza, somos motivados a ser diligentes y productivos por amor a nuestro Salvador quien nos redimió. Nuestra antigua propensión hacia la indolencia – y todos los demás pecados – ha sido reemplazada por un deseo de vivir una vida santa: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.” (Efesios 4:28). Somos instados a nuestra obligación de proveer para nuestras familias a través de nuestro trabajo. “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5:8); y para otros en la familia de Dios: “Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 34-35).
Como cristianos, sabemos que nuestros trabajos serán recompensados por nuestro Señor, si perseveramos en ser diligentes: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:9-10); “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Colosenses 3:23-24); “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” (Hebreos 6:10).
Los cristianos deben trabajar en la fuerza de Dios para evangelizar y discipular. El apóstol Pablo es nuestro ejemplo: “….que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.” (Colosenses 1:27b-29). Aún en el cielo, continuará el servicio de los cristianos a Dios, aunque ya no abrumados por la maldición (Apocalipsis 22:3). Libres de enfermedad, tristeza y pecado – aún de pereza – los santos glorificarán al Señor por siempre. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58).

martes, 6 de abril de 2010

OBEDECER A LAS AUTORIDADES ROMANOS 13:1


Que todos se sometan a las autoridades que nos dirigen. Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las que existen han sido establecidas por Dios.2 Por eso, el que se rebela contra la autoridad se pone en contra del orden establecido por Dios, y el que se resiste prepara su propia condenación.3 En efecto, el que tiene miedo a las autoridades no es el que obra bien, sino que el porta mal. ¿Quieres no tenerles miedo a las autoridades? Obra bien y ellas te felicitarán. 4 Están al servicio de Dios para llevarte al bien. En cambio si te portas mal, ten miedo, pues no en vano disponen de las armas, y están al servicio de Dios que juzga y castiga al que se porta mal.5 Es necesario obedecer: no por miedo, sino en conciencia. 6 Por esa misma razón ustedes pagan los impuestos, y los que han de cobrarlos son en esto los funcionarios de Dios mismo. 7 Paguen a cada uno lo que le corresponde: al que contribuciones, contribuciones; al que impuesto, impuestos; al que respeto, respeto; al que honor, honor.8 No tengan deuda con nadie; solamente el amor se lo deberán unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido con toda la Ley. 9 En efecto, “no cometas adulterio, no mates, no robes, no tengas envidia” y todos los otros mandamientos se resumen en esta palabra: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 Con el amor, no se hace ningún mal al prójimo. Por esto en el amor cabe toda la Ley.11 Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe; 12 la noche va muy avanzada y está cerca el día. Dejemos, pues, las obras propias de la oscuridad y tomemos las armas de la luz. 13 Como en pleno día, andemos decentemente; así pues, nada de banquetes con borracheras, nada de prostitución o de vicios, o de pleitos, o de envidias. 14 Mas bien revístanse de Cristo Jesús, el Señor, y ya no se guíen por la carne para satisfacer sus codicias

viernes, 2 de abril de 2010

¿Qué es la iglesia?

Pregunta: "¿Qué es la iglesia?
"Respuesta: Mucha gente en la actualidad entiende la iglesia como un edificio. Esta no es la definición bíblica de la iglesia. La palabra iglesia viene de la palabra griega “Ekklesia” que significa “una asamblea” o “una convocatoria” La raíz del significado de “iglesia” no es un edificio, sino la gente. Es irónico que cuando le preguntas a la gente a cuál iglesia van, usualmente ellos dicen, Bautista, Metodista, u otra denominación. Muchas veces ellos se refieren a una denominación o un edificio. Leer Romanos 16:5 “Saludad también a la iglesia de su casa....” Pablo se refiere a la iglesia en su casa, no a un edificio que alberga la iglesia, sino al cuerpo de creyentes.
La iglesia es el cuerpo de Cristo. Efesios 1:22-23 dice, “Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” El Cuerpo de Cristo esta formado por todos los creyentes desde el tiempo de Pentecostés hasta El Arrebatamiento. El Cuerpo de Cristo comprende dos aspectos:
(1) La iglesia universal es la iglesia formada por todos los que tienen una relación personal con Jesucristo. 1 Corintios 12:13-14 dice, “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos” Aquí vemos que cualquiera que cree es parte del Cuerpo de Cristo. La iglesia de Dios verdadera no es ningún edificio de iglesia o denominación. La iglesia universal de Dios la forman todos aquellos que han recibido la salvación a través de la fe en Jesucristo.
(2) La iglesia local está descrita en Gálatas 1:1-2, “Pablo, apóstol ..... y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:” Aquí vemos que en la provincia de Galacia había muchas iglesias – lo que llamamos una iglesia local. Una iglesia Bautista, Luterana, Metodista, etc., no es LA iglesia, como en la iglesia universal – sino más bien es una iglesia local. La iglesia universal la forman los que han confiado en Cristo para salvación. Estos miembros de la iglesia universal deben buscar compañerismo y edificación en una iglesia local.
En resumen, la iglesia no es un edificio, o denominación. De acuerdo a la Biblia, la iglesia es el Cuerpo de Cristo – todos aquellos que han depositado su fe en Jesucristo para salvación (Juan 3:16; 1 Corintios 12:13). Hay miembros de la iglesia universal (el Cuerpo de Cristo) en las iglesias locales.