jueves, 11 de junio de 2009

SANIDAD INTERIOR

Sanidad interior es el resultado, en el alma de la persona, de un proceso de renovación de su mente y corazón, que le trae paz interior, lo libera de los recuerdos dolorosos y le permite restaurar su vida presente de acuerdo a la voluntad y planes de Dios para su vida.

La sanidad interior abarca la curación de las emociones y sentimientos dañinos que traen depresión, ansiedad, angustia y falta de paz, debido a recuerdos dolorosos no sanados que distorsionan también los pensamientos y crea mentiras propias para justificar la experiencia o reprimirla.

A diferencia de la liberación demoniaca, en la sanidad interior la participación activa, decisión y perseverancia de la persona son indispensables y se requiere de un tiempo indefinido donde trabaja el Espíritu Santo, guiando, redarguyendo y revelando la verdad que hace libre (Juan 8:32).

Este es un proceso paulatino de "quitar el espino" y sembrar, en los pensamientos la palabra de Dios y en el corazón el amor perfecto de Dios.

La palabra para la mente enferma y el amor para el corazón herido lleno de odio y rencor a causa del dolor del pasado.

Todas las personas necesitamos sanidad interior porque todos estamos heridos, mas no todos necesitamos liberación demoníaca. Sin embargo, en ambos casos se pueden dar manifestaciones como ira, ansiedad, depresión, angustia pero no siempre son por causas espirituales. La mayoría de veces se debe a los frutos de los recuerdos dolorosos del pasado no resuelto, por tanto los siervos de Dios deben tener cuidado en la forma de ministrar.

En este aspecto se cometen muchos errores que empeoran la situación de la persona. Veamos los siguientes ejemplos:

Una persona que ha sufrido depresión por mucho tiempo, busca de Dios y es liberada de un espíritu de depresión. La persona regresa a casa y la depresión empeora. Entonces, siente que Dios la ha abandonado, que su última esperanza no existe, o que es indigna y hay pecado en su vida. Esta situación la hace caer en una depresión más profunda y pierde confianza en el poder de Dios. El problema es que esta persona necesita ser ministrada en sanidad interior y no liberación y guiarla hacia su restauración. Errores similares se producen cuando sé ministra liberación demoníaca a una persona que sufre de la enfermedad epilepsia.

Esta enfermedad presenta manifestaciones similares a las del muchacho del espíritu mudo
(Marcos 9:17-22): Se apodera de él, lo derriba, echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Se puede mencionar también el caso de personas con trastornos hormonales que manifiestan ansiedad severa o depresión por causas físicas.¿ Cuantos niños también no habrán sufrido traumas que en su edad adulta les impedirá confiar en el "Padre", o temerán se ministrados con la "sangre" de Cristo? ...Porque en los recuerdos dolorosos la persona también crea imágenes que le causan temor y están distorsionadas de la realidad. Es lógico que todas estas personas necesitan ministración; pero no siempre se debe a que están poseídos por un espíritu inmundo. Por supuesto Satanás usa estas situaciones para oprimir a la persona, pero no es lo mismo opresión que posesión.

En conclusión toda persona que necesita liberación deberá tener un seguimiento de sanidad interior y restauración, pero no toda persona que necesita sanidad interior necesita ser ministrada como una persona endemoniada. Cualquiera que sea la situación, se debe recalcar en forma auténtica el amor de Dios, a través de los actos de los siervos de Dios que necesitan comprensión, sabiduría y sobre todo haber sido llamados por Dios a cada ministerio. Porque Dios al que llama, prepara, a través de su propia experiencia (2 Corintios 1:4).

¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS NO SON RESTAURADAS AUNQUE ESTAN EN CRISTO JESUS? Porque no se atreven a reconocer su propia responsabilidad por el temor y sentimientos de culpa. Prefieren achacar todo problema culpando a otros y cierran la puerta del corazón. Dios demanda una condición: que le abramos la puerta (que es la voluntad), creamos en El y le obedezcamos porque, El no obliga. El invita, El llama... El pide que le entreguemos las cargas y le sigamos... "He aquí estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta yo entraré, cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20).
Jesús quiere entrar con su ministerio de salvación, liberación, sanidad interior, restauración.
Pero en cada área la persona debe abrirle la puerta por medio de la honestidad, humildad y la fe.

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